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Queridos imbéciles Humanos,
Mi nombre es Pim y, escribiendo esta carta, estoy violando la más sagrada ley de mi especie: la de mantener en secreto nuestra existencia.
Si hay correcciones en la carta habrá sido mi hermana Pam, que es más pelota civilizada que yo. Su letra es más estilizada y bonita que la mía.
Soy un pingüino ártico. Sí, ár-ti-co. Y ahora pensarás: “¿Cómo vas a ser un pingüino ártico si todos los pingüinos están en la Antártida”? Qué tontos sois, joder. Touché. Somos una sociedad longeva, de centenares de individuos. Llevamos milenios escondidos bajo la Isla de Ellesmere, parte de vuestro actual Canadá, y hemos conseguido que no tengáis ni repajolera idea de quiénes somos y qué hacemos. Somos unos maestros del camuflaje y el espionaje, y podríamos estar otros tantos milenios sin que supierais de nosotros.
Pero ahora todo esto debe cambiar y, como canciller supremo, estoy en el deber de iniciar este cataclismo.
He estudiado vuestro cagarro de insulso idioma para poder comunicarme con vosotros y contaros lo siguiente:
El otro día mi hermano Pum, el gordo, casi muere achicharrado cuando, sin querer y por perseguir a una puta bonita gamba verde y sabrosa, cruzó una termoclina (esas “fronteras” de agua a diferente temperatura) que antes no estaba allí y se metió en agua a casi doce grados. ¡Doce grados! ¡Si nosotros solemos nadar en aguas de entre uno y cinco grados! ¿Pero me queréis explicar qué coño estáis haciendo para calentar tanto el agua? No contento con eso, el memo de Pum va y se da un trompazo con una cosa durísima, que resultó ser una plataforma petrolífera que antes tampoco estaba allí. Repito: tampoco estaba allí. Cabrones. En fin, la cuestión es que volvió a la madriguera con un chichón en la cabeza del tamaño de un corazón de foca y quemaduras por medio cuerpo (y que sepáis, imbéciles alelados, que, con lo gordo que está, medio cuerpo de Pum es mucho cuerpo).
Pum es un poco desastre, es verdad. Recuerdo aquella vez que emergió en el Lago Michigan, vuestro actual Chicago, y tuvimos que ir a rescatarle porque no sabía volver (menos mal que nuestro destacamento americano nos avisó a tiempo y pudimos recatarle de las redes de unos desgraciados pescadores). Pero Pum no es tan cafre como para olvidar dónde está una termoclina. No lo es, y punto. De aquel viaje nos trajimos una bonita postal de Chicago, pero se nos mojó por el camino y ahora sólo se ve Cago. Es una soberana mierda Ya no nos gusta nada.
Me despisto… Vuelvo a lo mío: En Isla Ellesmere vivimos que te cagas muy bien. Tenemos muchos túneles excavados para movernos a nuestro antojo por todo el globo y varios centros de mando llenos de ordenadores (bastante más potentes que los vuestros, todo sea dicho). Hace fresquito y siempre huele a arenque, que nos gusta mucho. Por cada radar, satélite o radiobaliza que tenéis instalada, nosotros tenemos un contra-radar, contra-satélite o una contra-radiobaliza. Os tenemos más controlados que a un banco de gambas.
Llevamos miles de años escondidos porque somos los encargados de velar por que La Tierra conserve su equilibrio. Y, hasta hace 200 años, lo habíamos conseguido. Hasta que os dio por empezar una revolución (que llamáis industrial) y por empezar a destruir absolutamente todo lo que encontráis al alcance de vuestras miserables, putrefactas y repugnantes poco útiles manos.
Pam ha intentado (y conseguido) detenerme en varias ocasiones, pero el otro día nadó cerca de la isla de basura del Atlántico y tuvo que rescatar a dos tortugas, un pelícano y un delfín que estaban atrapados en vuestras ruines anillas de plástico para latas. Hacía un calor del demonio y el agua olía a petróleo. Se enfadó tanto que por fin accedió a enviaros esta misiva y a iniciar nuestro Plan Beta.
Siguiendo nuestro código de honor, pronto volveréis a tener noticias nuestras (los pingüinos árticos siempre avisamos). Vamos a empezar por activar el pulso electromagnético gamma para inutilizar todos vuestros vehículos (¡A ver ahora cómo movéis vuestros gordos culos traseros!). Y esto va a ser solo el principio. Ya veréis qué bien lo vamos a pasar. ¡Preparaos, idiotas humanos, vienen Pim, Pam y Pum!
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No hay nada más inteligente que usar el humor para criticar a la sociedad. Yo estoy que me uno a Pim, Pam y Pum.
¡Gracias Olaya! 🙂