[vc_row][vc_column][vc_single_image image=»1216″ img_size=»full» alignment=»center»][vc_column_text]Malas tardes, inHumanos,
Soy Pum, el nuevo Canciller en funciones de los Pingüinos Árticos, y no me gusta serlo. Me ponéis triste y eso no está bien. Hoy no tengo ganas de comer gambas. Me ha tocado a mí escribir esta carta porque ayer entraron unos soldados de los Estados Unidos de América en nuestra casa pensando que podrían reactivar los vehículos que destruimos con el Pulso Electromagnético Gamma.
No se puede. NO. SE. PUEDE. Vuestros vehículos no van a funcionar nunca más. Nunca.
Lo único que conseguisteis ayer fue dejar a mi hermano Pim en coma y que ahora tengamos ocho soldados prisioneros. Estoy triste y no me gusta estar triste. ¡Por el Dios del Krill! Estábamos ayudándoos y las cosas iban bien; os estábamos dando tecnología limpia; estabais entendiendo el cambio que hacía falta para sobrevivir todos… Pero siempre queda gente mala entre la gente buena, y son los que más destruyen el mundo, los que creen que pueden hacer lo que quieran sin que haya consecuencias. Siempre hay consecuencias, inHumanos. Siempre, os lo dice Pum.
Al final vais a conseguir que me enfade.
He estado pensando y voy a intentar contaros lo que pasó para que todos los humanos lo sepáis. Todos. Aunque mejor si lo saben sobre todo los humanos buenos, que me gustan más, para que entendáis lo que nos habéis hecho. Espero que haya muchos humanos buenos. Seguro que Pim sabía cuantos humanos buenos hay. Yo no lo sé.
Echo de menos a Pim y quiero que se cure ya. Nuestros médicos dicen que está muy malito.
Pam me ayudará y esta vez vamos a emitir millones de copias de esta carta, para que ningún gobierno de ningún país oculte nada, porque os creéis que podéis decidir sobre los demás —como cuando Pam se pensaba, de pequeños, que podía decirme cuántas gambas comer. Pero luego aprendió que eso no funcionaba, que era mejor hacerme entender por qué no debía comer tantas gambas en lugar de prohibírmelo—. He aprendido que el poder es peligroso y que no sabéis utilizarlo. No pensáis y siempre queréis más. Sois criaturas débiles y necesitáis destruir a los demás para sentiros poderosos. Sois tan tontos… Así nunca seréis felices.
Acabo de decidir que vamos a emitir también copias de todas las otras cartas, así todo el mundo podrá saberlo todo. Espero que los humanos buenos lo vean todo, porque si no sí que me voy a enfadar y entonces veréis de lo que somos capaces los Pingüinos Árticos.
Bien. Como os he dicho, voy a contaros qué ha pasado, y para eso debo contaros la historia de Skully:
Skully Wully —yo la llamaba así, porque era una buena amiga.— era una de las mejores Pingüinas Árticas que han existido jamás y le hicisteis cosas horribles mientras vigilaba las aguas del Golfo Pérsico. Mi hermano Pim ya os habló de ella en su segunda carta.
Skully era maravillosa: era fuerte y rápida, era más temible que un oso polar, nadaba más rápido que un pez espada y se sumergía a más profundidad que un cachalote hambriento. Por eso se propuso voluntaria para ir al Golfo Pérsico. Un lugar donde el calentamiento global que estáis generando hace que las temperaturas sean infernales incluso para vosotros mismos. Un lugar donde unos pocos humanos se creen superiores al resto porque encontraron una sustancia negra surgiendo de la tierra, y tratan al resto como si fueran esclavos.
Pim entregó a Skully un traje refrigerador que la mantuvo bien fresquita a pesar de los 46 grados que hacía en Dubái. Skully debía vigilaros y mandar reportes, como hacía yo desde Nueva Jamón de York.
Pero algo salió mal.
Por las imágenes que hemos podido recuperar de las emisiones de Skully, parece que su traje sufrió un desgarro al engancharse con un carro de combate que habíais hundido en el mar para que la gente lo viera al bucear. ¿No os bastaba con destruir los arrecifes de coral con vertidos de petróleo? No, ¿no? Mejor destruir también tirando tanques al agua —no entiendo por qué hacéis estas cosas—.
Algo debió pasar con Skully porque empezamos a recibir imágenes borrosas de las cámaras del traje y luego la emisión se cortó. Enviamos un equipo nadando a toda velocidad a salvar a Skully, pero ya la habían capturado las fuerzas especiales del Ejército de los Emiratos Árabes Unidos y la habían torturado. Al recuperar su cuerpo, varios días después, supimos que el aumento repentino de la temperatura dentro del traje hizo que se desmayara y despertara en las costas de Dubái, donde llamó la atención y fue capturada. No voy a entrar en detalles del estado de su cuerpo, simplemente diré que de ella sacaron poca información: averiguaron dónde estábamos y que teníamos algo que ver con lo de los vehículos, pero nada más. Aunque nosotros nos enteramos de eso demasiado tarde. Los árabes enviaron la información a los Estados Unidos exigiéndoles que hicieran algo porque estaban más cerca de la Isla de Ellesmere.
Dos días después, ocho soldados de los Estados Unidos llegaron hasta nuestra base en la Isla de Ellesmere y encontraron la entrada secreta número siete. Consiguieron forzarla y abrirse paso hasta la Sala de Mando, desde donde Pim coordinaba la preparación del próximo lote de Generadores Mareomotrices Infinitos para enviároslos anónimamente para que podáis tener energía limpia.
Antes de que pudiéramos reaccionar, uno de los soldados atacó a Pim por la espalda y le clavó un puñal por debajo de la aleta izquierda. Todos los soldados fueron reducidos en cuestión de segundos, aunque Pam y yo, que acababa de llegar de Brooklyn para ayudar a Pim, dimos orden de que no hicieran daño a nadie. Pim no lo hubiera querido.
Después del ataque a Pim estábamos todos tristes, no solo yo, aunque estábamos también preocupados porque nos habíais encontrado, así que debíamos actuar rápido. Pim entró en coma y ahora mismo está en nuestro hospital, pero no puede vernos y no puede hablar, y todos le echamos mucho de menos. Después de llevar a Pim al hospital, todos los Pingüinos Árticos celebramos una asamblea. Me votaron como nuevo Canciller en funciones. No lo entiendo mucho, pero si es lo que mi familia quiere, seré el nuevo canciller y lo haré lo mejor que pueda hasta que Pim pueda volver —porque Pim se va a curar— . Lo primero que he hecho ha sido activar todas nuestras defensas. Si otro humano se acerca lo sabremos a kilómetros de distancia.
Ahora debo pensar qué hacer con nuestros ocho prisioneros y qué hacer con todos vosotros. Esta carta os llegará mañana, o eso me ha asegurado Pam. Menos mal que tengo a Pam. A partir de mañana deberéis apañaros vosotros, porque por ahora no vamos a enviar los nuevos generadores.
Os volveré a escribir.
Que sepáis que sigo triste.
Pum
Canciller en funciones de los Pingüinos Árticos
Isla de Ellesmere[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row]